Cuando
empezamos a salir con alguien, en muchas ocasiones nuestra vida cambia como no
debería hacerlo. Le damos absoluta prioridad a esa persona, y eso nos puede
acabar pasando factura, sobre todo si aceptamos que, en etapas de la vida como
la adolescencia y la juventud, es muy probable que esa persona con la que
estamos compartiendo nuestra vida no termine siendo la definitiva.
Aunque es
lógico pensar que cuando conoces a alguien que te hace feliz te gusta compartir
con esa persona tu tiempo libre y hacer planes, no puedes dejar de lado a
aquellas personas con las que pasabas tus momentos de ocio antes de enamorarte.
Evidentemente tu familia y tus amigos entenderán la nueva situación que estás
viviendo, pero se sentirán unos simples sustitutos en tu vida, que sólo tienen
tiempo para estar contigo cuando tu pareja no está disponible.
De hecho,
¿Quién no les ha dicho a sus amigos que una noche no puede salir porque tiene
cena romántica con su pareja?, o ¿quién no ha cancelado unos días de escapada
con sus padres y hermanos para quedarse en casa y, ya que está disponible,
aprovecharla para hacer de todo con tu chic@? A eso me refiero. A dejar de
hacer planes que aparentemente molan o al menos antes de enamorarte te hacían
feliz, sólo por esa persona.
En realidad,
todo lo que estoy contando no se valora hasta que se rompe la relación. Ahí te
das cuenta de que:
·
Es verdad que el tiempo lo cura todo y relativiza la
magnitud de los sentimientos.
· Tus amigos son amigos de verdad y que, aunque los
hayas descuidado durante tu relación, ellos siguen ahí y te volverán a salvar
las veces que haga falta.
·
Tu relación no era tan idílica como parecía.
· No puedes depender emocionalmente de alguien porque,
si esa persona te falla, te hundirás. Debes sentirte completo por ti mismo, sin
dudar que eres único y especial.
·
No se puede vivir eternamente del flechazo inicial y
de las mariposas en el estómago.
· Las personas no cambian, sólo esconden temporalmente
su verdadera identidad, ya que las personas se definen por lo que hacen y no
por lo que dicen.
·
La mentira, la desconfianza y la envidia son el
principio del fin.
· Cuando empiezas a decir frases como “siempre haces igual”, “tú sabrás”, “si estuviera con mi ex qué feliz sería”, “siempre es tu culpa”… las cosas ya no van bien.
· Volverás a enamorarte y, si no es la persona adecuada,
volverás a cometer los mismos errores que con tu pareja anterior.
· Llegará un momento en el que aprendas de todo esto y
empieces a ser feliz y a disfrutar sin peros del amor incondicional, el que no
hace elegir un plan u otro, el que te permite ser tu “yo” de antes, pero en su
versión mejorada.
“Hay un millón
de razones para ser feliz: ¡Sonríe!”
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